Hablamos de miedo, hablamos de fobia, hablamos de pánico, hablamos de temor. Todos circunloquios para describir esta sensación de desamparo al enfrentar el tránsito. ¿Es miedo a manejar?. ¿O es miedo a no poder cumplir con ese estado de infalibilidad que forjamos tratando de acercarnos a un ideal?. La presión es muy grande, no podemos fallar, no podemos equivocarnos, no podemos perder imagen, no podemos evitar el que dirán. Y, no podemos manejar.
Admitir que tenemos miedo a manejar habla de nuestro déficit pero es imprescindible entender que ese temor se vence, esos pensamientos negativos se superan. Primero teniendo claro el deseo, las ganas. Segundo dejándonos motivar por las que sí lo lograron, por las que pudieron superar todo obstáculo que se les presentó. Y tercero contando con una cantidad de práctica suficiente, acompañadas por quienes pueden aportarnos seguridad y confianza, podremos decir que la misión que nos parecía imposible comienza a vivenciarse como algo probable.
Seguramente cuando pensamos en conducir un automóvil la idea catastrófica de accidente aparecer. Los especialistas confirman que los pensamientos llevan a los hechos, es por eso que es clave poder tener el ejercicio y la práctica de poder eliminar inmediatamente todo tipo de imagen negativa a la hora de querer estar al volante, y mutarla por la representació de independencia y felicidad. Para este punto, recomendamos leer todos los testimonios que manifiestan miles de mujeres en nuestra comunidad. El logro de otra, ayuda al propio.
A la vez para cambiar la imagen negativa del momento de inicio de este aprendizaje, es ineludible el acercamiento al objeto temido en forma de práctica, práctica y más práctica. La práctica es lo único que genera un mayor conocimiento y seguridad y cuando nos sentimos seguras los miedos automáticamente se van. Algo que sirve mucho es comprender que hay que acercar la imagen del auto que manejamos al manejo de cualquier otra máquina doméstica.
Un auto no es distinto a un lavavajillas, sólo es una máquina y hay que conocer su funcionamiento, aunque nos atemorice y pensemos que vamos a romperlo, hay que conocerlo.
Seguramente acá te podés cuestionar que con el lavavajilla no le podés hacer daño a nadie y con el auto así. Ese miedo, se elimina con la práctica, con el conocimiento.
Además de conocer al auto, otro componente para lograr la estabilidad en el aprendizaje y cerrar el círculo, es la elección de la persona encargada de la instrucción, quien con el aporte de su disposición, conocimiento, capacidad pedagógica y empatía, logre transmitir confianza para llevar la tarea a buen puerto. En el momento de aprender, tenés que recordar a cuando eras chica, preguntar sin temor a ser juzgadas, y hacerlo las veces que necesitemos.
Insistimos que las práctica es la mejor forma de sentirnos seguras y esa seguridad nos da la confianza suficiente para estar al volante y disfrutar de ese momento.
Miedo es no saber qué ocurre. Miedo es no saber qué hacer. Si se sabe que ocurre y se aprende qué hacer, el temor desaparece y aparece la sensación única de libertad.
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